Lunati hizo una nueva seña extraña y volvió a confundir a todo el mundo, que creyó que daba por concluida la primera etapa. Le costó explicar que todo seguía un minuto más. Ese minuto en el que Martín Palermo empezó a dar vuelta el pleito, a sacudir de la modorra a su equipo. A demostrarles a todos que la vida continúa...
Boca venía del doble golpe de su caída copera y de la noticias que la radio confirmaba desde Núñez. Venía con el karma de las manos de manteca de su arquero y de la falta de gestión de su principal creador. Venía con el escaso aliciente de quitarse la mufa con un triunfo. Y se tomó 47 minutos para demostrar que tenía alguna intención de tomar por alguna ruta diferente. Porque rápido su arquero se tiró un siglo tarde ante el remate de Salomón que se tradujo en el 1-0 y sin embargo tardó en reaccionar. Riquelme, a lo sumo, trotó por un pedacito de la cancha y no acertó un sólo pase diferente. Battaglia también parecía entrar en la siesta. El equipo tenía la pelota, sí, pero carecía de alma, de reacción. Como si ya no le quedaran ganas.
Pero en ese minuto que correctamente otorgó Lunati, la pelota llovió sobre el área, Palacio la pivoteó y Palermo indicó el camino.
El despertador. Boca ya se había tomado su tiempo. Y en el segundo, en un rato, resolvió el problemita, el pequeño intríngulis que le supo presentar este Granate 08, indolente, transparente, etéreo. Regresó Battaglia y puso candado en el medio. Palacio metió quinta velocidad un par de veces y armó un desparramo. Ledesma hizo bien lo que Ibarra había hecho mal: el traslado por derecha. Dátolo, que siempre lo intentó, por momentos acertó a darle volumen de juego por el otro sector. Boca ya era otro.
Palermo no. El Loco sí fue el mismo de todo el partido. Siguió siendo el incansable, el que buscó siempre, el que la había clavado en un rincón, el que pateó con precisión el penal. El único que estuvo despierto desde antes de ese minuto 47. El que la siguió hasta que su socio Rodrigo la mandó a guardar para resolver el pleito.
El que despertó a Boca para que, aunque fuera por un tiempito breve, volviera a ser Boca.
FUENTE: OLÉ
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